Al mismo tiempo que las firmas salitreras de origen británico azuzaban a Chile en contra de Bolivia y el Perú, el gobierno inglés se ofrecía como potencial e imparcial árbitro y componedor. Así lo demuestra esta carta dirigida por el embajador de la reina Victoria en Lima al ministro de relaciones exteriores del Perú. La respuesta del canciller Yrigoyen Arias es ejemplar.
Ministro de Relaciones Exteriores Manuel Yrigoyen: dignísima contestación.
Lima, abril 24 de 1879
Señor Ministro:
El Secretario de Estado en el despacho de Negocios Extranjeros me ha ordenado informar al Gobierno del Perú de que el Gobierno de S. M., por demás ansioso de evitar un rompimiento de hostilidades entre Chile y el Perú, desea ofrecer sus buenos oficios, si estos son aceptables. El señor Pakenham, ministro residente de S. M. en Santiago, entiendo que ha recibido instrucciones semejantes, con la esperanza de que este paso, dado por el Gobierno de S. M., propenda a restablecer la paz y a un arreglo de las diferencias entre los países.
No dejará V. E. de notar en las palabras de la comunicación que este despacho telegráfico fue enviado de Inglaterra antes de que supiese que habían empezado las hostilidades.
Repetiré ahora lo que ya de palabra he declarado antes, y es que el Gobierno de S. M. está sumamente ansioso de aprovechar cualquier oportunidad que se presente para ayudar a restablecer las relaciones de paz entre las dos repúblicas.
Nada más agregaré a esta comunicación, sino el vivo deseo que siento de secundar hasta donde me sea posible cualquier tentativa que pueda hacerse para llevar a cabo el objeto que el Gobierno de S. M. tiene en mira.
Acepte V. S., señor Ministro, la seguridad de mi más alta consideración.
SPENCERST. JOHN
Ministro Residente de S. M. Traducido de orden de V. S. SIMÓN CAMACHO, intérprete del Estado.
Lima, abril 28 de 1879
Señor Ministro:
He tenido el honor de recibir la nota fecha 25 del corriente, en que V. S. H. se sirve manifestarme que su Gobierno, deseoso de evitar el rompimiento de hostilidades entre Chile y el Perú, le ha ordenado que ofrezca a esta República sus buenos oficios si fueren aceptables; agregando que cree que el señor Pakeham, ministro residente de S. M. en Santiago, haya recibido idénticas instrucciones y que al serle ellas comunicadas por telégrafo se ignoraba en Inglaterra que las hostilidades hubiesen comenzado.
S.E. el Presidente de la República, a quien he dado cuenta de dicha comunicación, me encarga manifestara V. S. H. toda su gratitud por los esfuerzos hechos por el Gobierno de S. M. en el sentido indicado.
Desgraciadamente, como es público, las hostilidades han comenzado por parte del Gobierno de Chile, y bajo formas que revisten todos los caracteres de la barbarie, pues con infracción de las leyes de la guerra, que todas las naciones civilizadas reconocen y observan, ha bombardeado e incendiado poblaciones comerciales e indefensas, como Huanillos, Pabellón de Pica, Mollendo, Pisagua e Iquique, y aun ha llegado a arrojar bombas sobre un convoy que partía del último de dichos puntos conduciendo a mujeres y niños que se alejaban de la ciudad.
Los amigables propósitos del Gobierno de S. M. llegan pues al Perú, como V. E. H. mismo se sirve hacerlo notar, cuando ya no pueden producir los humanitarios efectos a que se dirigían y en momentos en que, como consecuencia de la reprobada conducta de Chile, los intereses y el amor patrio de la República se hallan seriamente comprometidos y el espíritu nacional alta y justamente indignado.
Agréguese a esto que la causa del actual conflicto es la usurpación intentada por Chile de una parte del territorio de Bolivia, cuya integridad se halla garantizada por el Perú, en virtud de un pacto solemne, que impone obligaciones especiales y comunes a ambas naciones, y de las cuales no le es posible al Perú desviarse.
Agradeciendo profundamente a V. S. H. el vivo deseo que se sirve expresar al final de su citada nota, de secundar hasta donde le fuese posible cualquier tentativa de arreglo entre los beligerantes, me es honroso renovarles las seguridades de mi más alta consideración y particular estima.
MANUEL YRIGOYEN
H.S. Spencer Saint John, ministro residente de S. M. B.
Fuente:
Hildebrant en sus trece.