El coronel René Burgoa escribe un artículo sobre el protagonismo de algunos bolivianos en torno a la Guerra del Pacífico. Categórico, sostiene que algunos de ellos se prestaron a la masonería chilena, a la influencia del poder político trasandino. Y que otros, desconocidos por muchos, realmente defendieron la patria.
Sin duda alguna, lo que se escribe hoy podría cambiar muchos conceptos del amor a la patria y de los héroes bolivianos, enmarcados en los viejos preceptos de patriotismo o de traición, al viejo estilo de Judas. Estos escritos están basados en la recopilación, lectura y un profundo análisis de textos historiográficos de distintas épocas.
Esta lectura nos dará un nuevo panorama sobre el desarrollo y consecuencia de la Guerra del Pacifico y, en especial, de los conductores del País durante este periodo, que fueron, sin duda, los artífices del este conflicto.
Algunos de estos personajes decían ser católicos, pero en su mayoría eran cofrades de la logia masónica de Valparaíso, todos ellos ligados a Chile por alguna razón familiar, comercial, afinidad espiritual o de otra índole, pero al final algún tipo de relación con el Mapocho.
Y, sin mucho escudriñar, salta a la vista el nombre del abogado Mariano Donato Muñoz, quien impidió el retorno del Tata Belzu, de tendencia popular indigenista, y ayudó al ascenso del régimen dictatorial -tal vez el más cruel de nuestra historia- de Mariano Melgarejo, oscuro soldado de filas, que negoció, a cambio de dádivas personales y por intrigas de Donato Muñoz, territorio y leyes en favor de Chile y Brasil.
Muñoz era el mejor aliado y cómplice que los enemigos de la patria habían elegido para pilotear al sanguinario Melgarejo, que llegó a firmar el Tratado de Medianería de 1866, para la explotación de guano y salitre en nuestro territorio y concede los mismos derechos a los chilenos que a los nacidos en esta tierra, infausta decisión que pesará mucho sobre el país.
Tras la caída del régimen melgarejista, se hace de la presidencia Agustín Morales Hernández, nacido en Santa Cruz y ascendido al grado de subteniente por el Mariscal Andrés de Mariscal Santa Cruz. Participó en las batallas de Yanacocha, Uchumayo, Socabaya e Ingavi. Morales Hernández fue un célebre patriota y fundador del puerto de Mejillones en el litoral; pretendió el potenciamiento para la defensa del país, porque se veía venir un conflicto con Chile. Lastimosamente, fue traicionado y asesinado por los jerarcas de la masonería de Valparaíso.
Mariano Melgarejo
Pasado el gobierno de Tomás Frías Ametller, llega el de Adolfo Ballivian Coll, quien firma el Tratado de Alianza Defensiva con el Perú. Pero el plan de potenciamiento para la defensa del Estado, planteado por Morales no se llevó a cabo y dejaron a Bolivia indefensa y mal equipada ante las fauces voraces de Chile.
Y, como si Dios los hubiese puesto en el mismo camino, sube a la presidencia Hilarión Daza Grozolle, escogido como víctima propiciatoria para purgar los errores y las traiciones de los hombres y conductores de aquella funesta guerra. En forma simultánea, sube a la cúspide empresarial el filochileno, magnate e industrial Aniceto Arce, quien junto a su segundo al mando Luis Salinas Vega (conocido como ciudadano boliviano y agente al servicio de Chile), logran convencer y utilizan a Gabriel Rene Moreno, Narciso Campero y Eliodoro Camacho para sus siniestros fines de traición.
A Moreno lo utilizaron como portador de las famosas bases para la ruptura del tratado de alianza con el Perú, que fueron rechazadas por el presidente Daza en un acto de lealtad al aliado, que no fue apreciado debidamente por Campero y Camacho en un juego con el señuelo de la Presidencia que al final de la comedia quedó en manos de Narciso Campero.
La mina La Huanchaca fue fundada en Valparaíso como empresa chilena en 1875, y tenía como el primer y mayor inversionista a Arce, cuya relación con Chile era muy estrecha, en especial con la aristocracia, por el poder económico que ostentaba, y desarrolló además fraternales lazos de amistad y hermandad con Melchor Concha y Toro y Juan Francisco Rivas, acaudalados masones de Chile.
A través de la compilación de datos se puede establecer que desde la mina La Huanchaca se dirigió el servicio de espionaje chileno, se financió la dispersión de la batalla de San Francisco, desastrosa para los Aliados, la no participación de la V División o División Errante de nuestro ejército -la más organizada y mejor armada- caminando por los desiertos de Tomave, desobedeciendo las órdenes terminantes de avanzar y reforzar al ejército aliado. Esta división errante estaba al mando nada menos que del Cnl. Narciso Campero, quien había tenido largas conversaciones con Aniceto Arce sobre la silla presidencial que le esperaba, si se cumplía estos planes de la no participación de la V División y el desastre y matanza de San Francisco. Dicho y hecho, sale Daza y Narciso Campero asume la primera magistratura del país.
Antes del inicio del conflicto, existen dos personajes anglosajones muy cercanos a Arce. El primero fue el súbdito inglés y Gran Maestre de la Orden Oriente Chile, Evaristo Soublette, quien gerentaba desde Valparaíso la compañía de salitres y los ferrocarriles de Antofagasta en territorio boliviano; el segundo personaje, también inglés y perteneciente a la jerarquía masona, fue George Hicks, quien encendió la mecha de la invasión poniendo en contra de las autoridades al populacho que en su mayoría ya eran chilenos traídos y preparados para este fin expansionista.
Dirijamos la mirada ahora a Hilarión Daza Grozolle
Veamos dos hechos censurables. El primero se registra el 3 de enero de 1879 –para otros autores el 6 de enero- cuando el vapor de guerra blindado de Chile llamado Blanco Encalada, entregado por la corona Inglesa en tiempo record) toca aguas en Antofagasta, violando aguas territoriales bolivianas y pese a transcurrir 41 días, Daza no movilizó ni una escuadra al territorio en peligro de asalto.
Y, el 14 de febrero de 1879 se concreta la invasión, sin que presentemos ni la más mínima resistencia; no se sabe el motivo real por el que Daza no se protegió con diferentes recursos, en especial militares, estando en sus manos disponer la movilización del país o por lo menos del Ejército, hacia esta región del país. Las apreciaciones sobre el accionar de Daza son meramente subjetivas, pero viendo por todo lado ya sea político, de estrategia militar o cualesquiera otro, no hizo nada para prevenir este asalto.
El segundo hecho reprochable fue la desastrosa Retirada de Camarones al mando de Hilarión Daza, actitud que él llevaría a la tumba. Sólo Dios y él sabían lo que ocurrió. Este hecho aceleró la caída de Daza y el encumbramiento de Narciso Campero y Aniceto Arce a la primera magistratura, que pese a esto no pudieron romper el tratado de alianza con el Perú, que fue su objetivo principal desde mucho antes.
Pero Campero no estaba solo en sus acciones contra Daza, contaba con el respaldo de Eliodoro Camacho, quien también participó de las conjuras de la Quinta División y Camarones.
Éstas fueron las elites de dirección de Bolivia, ante el asalto Araucano sobre nuestras costas marítimas.
Y ¿qué hay de nuestros héroes anónimos, que rechazaron con energía de estirpe guerrera al invasor?
Como no citar al Cnl. Rufino Carrasco, potosino de nacimiento, quien al mando de su Escuadrón de Francotiradores, integrado por 70 voluntarios chicheños, tuvieron como misión, por mandato explícito de Campero y Camacho, evitar la incursión en el sur de Potosí y proteger, en especial, el complejo minero de La Huanchaca, de propiedad de Aniceto Arce.
El fiero militar Rufino Carrasco había diseñado la táctica de enfrentamiento a los 600 efectivos chilenos que se encontraban en San Pedro de Atacama, celebrando la victoria de San Francisco. El 5 de diciembre, el coronel los esperó en el desfiladero de Tambillo, de donde el invasor huye despavorido pensando que era una división que los atacaba. Tras este éxito, Carrasco toma la población, restituye a sus autoridades políticas, da parte a la superioridad y pide refuerzos para continuar el ataque, pero Narciso Campero le niega todo y le ordena replegarse a Potosí, para luego ordenar su detención, acto completamente deplorable para un vencedor.
El otro insigne patriota y defensor fue el Cnl. Lino Morales, con su segundo al mando el Cnl. Ezequiel Apodaca, chapacos de cepa, volverán a repetir las acciones de valor, criterio táctico y solución al conflicto en el combate de Canchas Blancas. La misión del Cnl. Morales fue dar seguridad al frente, evitar la posibilidad de incursiones chilenas y cortar sus ejes de abastecimiento provenientes de la Argentina. Cuando se acercaba la caballería chilena, en horas de la noche, Morales les esperó con una emboscada, terminando el combate cuerpo a cuerpo y nuevamente los rotos araucanos huyen sin control y despavoridos.
Las victorias en ambos combates fueron indiscutibles, porque teníamos pleno conocimiento del entorno y del teatro de operaciones; la gente arraigada de su terruño mostraba que la majestuosidad de la cordillera de los Andes era un gran obstáculo natural. El consejo que le dio su ministro Julio Méndez a Hilarión Daza era verdadero y se cumplía a cabalidad.
El ministro Méndez le presentó un plan de guerra contra Chile el cual rezaba.
A Chile tenemos que combatirlo en la cordillera, en nuestros dominios y no bajar a la costa o serranía porque seriamos presa fácil, deberíamos de combatir como nuestros abuelos, con guerra de guerrillas, alejarlos de sus bases logísticas y destruirlos, pero Daza no oye este plan y hace precisamente lo contrario.
Estos son los sin sabores de la Guerra del Pacifico, y los nombres de muchos de estos personajes traicioneros están en plazas, calles, avenidas, parques estaciones de tren, mercados; y los nombres de los otros, de los héroes están en el anonimato. Me permito despedirme de Uds. señores lectores con el titular del periódico El Comercio del 28 de febrero de 1879, que dice.
MEJILLONES Y CARACOLES EN PODER DEL INVASOR
DENUNCIAMOS ANTE EL MUNDO EL COBARDE CRIMEN.
MUERAN LOS ARAUCANOS PORQUE SU PUÑAL A RASGADO NUESTRA HERMOSA TRICOLOR.
VIVA BOLIVIA ABAJO CHILE
Fuente:
urgentebo