Cómo murió Arturo Prat

Julio Octavio Reyes, corresponsal de guerra a bordo del monitor «Huáscar» enviado por el diario «La Opinión Nacional», fue testigo directo de cómo murió Arturo Prat en el combate de Iquique (21 de mayo de 1,879). La leyenda y el mito patriotero vinieron después. Prat no necesitaba que se le convirtiera en un personaje inverosímil.

 

La iconografía oficial chilena pinta así a Arturo Prat. Según el testimonio de Reyes, el héroe de Chile murió apenas puso pie en la cubierta del monitor peruano y a causa de un culatazo.

CALUMNIAS CHILENAS:

No hay vapor que venga del sur que no nos transmita alguna nueva, torpe y ridícula, ensartada en los diarios de Valparaíso o Santiago, con el exclusivo objeto de embaucar a sus intonsas masas con soñados triunfos y fingidas victorias.

Para dar a la farsa visos de veracidad, se tiene particular cuidado de no reproducir nada de lo que consigna nuestra prensa, respecto a esos mismos hechos, y es por eso también que, con insultante cinismo, se asientan groseras calumnias en los partes oficiales.

Los jefes y oficiales del ejército y marina y en general todos los administradores de ese jactancioso y poco circunspecto país hacen público alarde de la mentira.

Condell, Uribe, Zegers y los corresponsales de la escuadra chilena son la mejor prueba de lo que decimos.

Tan conocida es ya la táctica de Chile que debiéramos ver y pasar por alto sus calumnias y mentiras, pero hoy, a pesar de todo, y reservándonos para hacerlo más tarde en extenso, vamos a rectificar las que hemos encontrado en algunos de los diarios venidos ayer de Valparaíso, relativas al estimable comandante Grau.

Dice el cronista:

“Choladas.- Según el parte de Grau, el “Huáscar” va lleno de glorias. ¿Dónde encontró ese cargamento el mataperros de Antofagasta? A no ser que le sacaran las balas disparadas contra los cerros y contra un inocente animalito”.

Venga usted acá, torpe y miserable zurcidor de mentiras. El comandante Grau, cuyo valor y moderación son bastante conocidos en esa República, particularmente entre los jefes de su Escuadra, que forman hoy la pléyade de héroes de nuevo cuño, jamás ha dicho ni ha podido decir semejante cosa, porque ni su circunspección ni su personal modestia se lo permiten, aparte de que no tuvo ocasión de telegrafiar.

A (una palabra ilegible) quijotera sólo es de los Condell, Uribe y compañía, que se describen como héroe legendarios.

Si el cronista tuviera memoria, recordaría que el señor Llosa, y no el comandante Grau, pasó de Moliendo al Gobierno un telegrama en los términos siguientes:

Huáscar” lleno de glorias. Pormenores unas tardes”.

El mismo cronista en otro suelto dice:

“El capitán del Bolivia es conductor de las preciosas reliquias siguientes:

La espada del inmortal Prat, reloj, cadena, un prendedor, un pañuelo y dos pesos en dinero. Grau se las entregó para que las pusiera en manos de su señora esposa. Dijo Grau al capitán que el coraje y valor de Prat fue sublime; que cuando estaba agonizando se negó a entregar su espada, y que sólo al tiempo de morir pudieron arrancársela de la mano abriéndola dedo por dedo… ¡Cuadro sublime, digno de la epopeya de Iquique!”.

He aquí otras mentiras, otras nuevas calumnias, otros embustes.

El señor comandante Grau es cierto que entregó al capitán Clyton del “Bolivia” una carta y varias especies del comandante Prat para que fuesen entregadas a Chile, no a la viuda de Prat, sino a su hermana política, la respetable señora Cavero de Viel, pero no habló con el citado capitán nada respecto al infortunado comandante de la “Esmeralda”, y el capitán Clyton lo puede testificar mejor que nadie.

Aquello del coraje y valor sublime y eso de que cuando estaba agonizando se negó a entregarle su espada y que sólo después de morir pudieron arrancársela de la mano abriéndole dedo por dedo es una patraña como la de que le gritaba el mismo comandante Grau: “ríndase, valiente comandante”, y contestara entonces Prat: “¡Nunca, un chileno no se rinde jamás!”.

Todo, todo, no es sino pura improvisación, pura mentira, pura farsa.

 

La opinión nacional en su edición 8 de junio de 1879

¡Oh! Si el comandante Grau hubiera podido saltar de su torre tan pronto como intentó hacerlo el infortunado Prat, que cayó a la cubierta del “Huáscar”, pávido, vacilante, con la espada colgada en su mano derecha y avanzando sin dirección fija, tambaleándose y casi automáticamente…

Los embustes no habrían sido entonces fraguados por la prensa chilena y menos por jefes como Condell y Uribe.

Los héroes de la escuadra reivindicadora serían hoy para su país lo que son para nosotros lo que vimos y lo que serán para el resto del mundo: héroes de entremés, héroes de manto real, de gamuza y cartón, héroes de sainete a quienes hace la apoteosis la prensa de su país para engatusar y contener los ímpetus de sus estúpidas masas, que ya traslucen el engaño de las pretendidas glorias.

El comandante Prat, apenas cayó a la cubierta del “Huáscar”, recibió de un marinero un golpe con la culata del rifle que le hizo saltar los sesos, que mancharon la torre de combate.

El marinero vio a un enemigo en la cubierta de su buque, no comprendió que venía a entregar su espada y le quitó la vida.

El infortunado comandante Prat no pudo, pues, hablar una sola palabra con nadie, ni menos con el comandante Grau.

Aquello de que para quitarle la espada de la mano fue preciso abrirle dedo por dedo al cadáver, como dice el cronista, no nos consta, y sentimos que el incidente sea tan serio, pues de otro modo le explicaríamos lo que significa esa tenaz resistencia en la mano de los hijos de Arauco para soltar lo que empuñan.

Si el comandante Prat hubiera sobrevivido se habría indudablemente avergonzado de la manera como se ha ocupado la prensa del combate de su buque, como así mismo de la conducta de sus compañeros después de su muerte y el estado que se presentaron a bordo del “Huáscar”.

Para concluir, diremos también que las especies de Prat, remitidas por el comandante Grau a Chile, no son las que figuran en una lista, sino las siguientes:

  • Una hoja de espada, y los tiros de esta.
  • Anillo de matrimonio Gemelos y botones de camisa (nácar)
  • Un librito memorándum de bolsillo
  • Tres tarjetas fotográficas Un pañuelo de hilo blanco Una carta cerrada, con dirección para el gobernador marítimo de Valparaíso.
  • Dos escapularios, uno del Corazón de Jesús y otro del Carmen, una medallita de la Purísima.
  • Un par de guantes de hilo usados.Callao, julio 3 de 1879.

El corresponsal del “Huáscar” Julio Octavio Reyes

Julio Octavio Reyes, corresponsal en el «Huáscar». Su figura ha sido rescatada por el documentalista Luis Enrique Cam, quien el 8 de octubre del 2,015 estrenó una película sobre su vida.