Al día siguiente de ese editorial del «Times»; el parlamentario S. Williarrison de la Cámara de los Comunes, escribió esta cómplice carta al editor del mencionado periódico.
Señor editor:
He leído con vivo interés el editorial del Times de hoy relativo a la gran hazaña de Chile en la guerra con el Perú y a los probables resultados de sus victorias decisivas. Simpatizo con su artículo en general, mas no enteramente. Con sinceridad espero que los conquistadores sepan dar a sus conquistas el sello de la clemencia y la moderación. Juzgando por lo que sé del carácter nacional de los chilenos (habiendo vivido entre ellos por muchos años y teniendo todavía íntimas relaciones con su país), estoy plenamente convencido de que el amor de conquista no es el motor principal de su vida nacional.
La Cámara de los Comunes de Inglaterra en 1893 según un cuadro de F. Sargent.
Pero siendo este el caso, estoy muy lejos de esperar, con Ud. que Chile no busque compensación territorial. ¿De qué otra manera puede Chile esperar recibir compensación de gobiernos corrompidos y sin dinero, tales corno aquellos que por muchos años han gobernado el Perú, en pago de sus enormes sacrificios en la guerra que se ha visto obligado a hacer por la perfidia de aquellos que ahora se encuentran tan ignominiosanente (vergonzosamente) derrotados?
Hay otras razones poderosas para sostener que el desierto de Atacama, a lo menos hasta Arica, debe pertenecer a Chile. Esta región era, hasta épocas modernas, lo que se puede llamar un país sin dueños (no man’s land), un desierto árido y sin producciones. El desarrollo de los depósitos de salitre y otras importantes industrias mineras han cambiado por completo la importancia nacional del desierto. Aunque bajo la soberanía de Bolivia y del Perú, es un hecho que la industria del salitre y las importantes minas de Caracoles han sido casi exclusivamente desarrolladas por chilenos. La gran mayoría de habitantes eran chilenos, y esta región desierta depende de Chile en lo relativo al consumo de hombres y animales. Estas son importantes consideraciones que dan más peso a la necesidad ahora impuesta a Chile de insistir en la compensación territorial como el único medio de recompensar a su pueblo, a lo menos en parte, por sus heroicos y enormes sacrificios.
Aunque no enteramente perfecta, Chile ha sido comparativamente una república modelo en la costa del Pacífico. Sus hombres de Estado han sido animados por el patriotismo y han desdeñado toda tentativa de corrupción. Sus administraciones han sido probas e instruidas. Espero, por consiguiente, que los frutos de todos sus esfuerzos para asegurar el orden constitucional en su gobierno y para avanzar en el progreso moral y material (no habiendo sido nunca carcomido por la anarquía y corrupción que ha caracterizado a las repúblicas vecinas) serán más asegurados por las grandes victorias ahora obtenidas.
Mi esperanza es que en lo futuro el influjo de Chile será más y más pronunciado en toda la costa del Pacífico en favor de la libertad y del adelanto moral y material. Para estos grandes fines, fuera de los derechos de estricta justicia, estoy convencido de que la compensación territorial antedicha es un importante elemento.
De Ud. atento y seguro servidor.
Cámara de los comunes, enero 22, 1881
S. WILLIAMSON.