Una de las páginas más negras en la historia de Bolivia, sin duda ha sido la funesta retirada de Camarones que cubrió de vergüenza al Ejército Boliviano en la Guerra del Pacífico. Sin embargo, de la vasta literatura histórica producida por los actores y publicistas al dictado de los intereses en juego, no se ha podido descubrir definitivamente con el manto de la infamia el nombre del Ex Presidente Hilarión Daza escogido como víctima propiciatoria para purgar los errores y las traiciones de los hombres y conductores de aquella funesta guerra que en su momento obnubilados por los cantos de sirena del Mapocho cayeron consciente o inconscientemente en sus redes.
La traición de Daza condenó a Bolivia a perder su mar
En los últimos tiempos, tanto en el Perú como en Bolivia se ha ido tratando el tema de dicha guerra con mayor serenidad, dando a publicidad documentos valiosos que esclarecen muchos enigmas que parecían indescifrables. El autor de este trabajo, en posesión de dichas publicaciones y de cartas y documentos que verán la luz después de cien años, ha logrado reconstruir estos hechos descifrando esos enigmas que atormentaban el espíritu humano. En efecto, el lector podrá conocer muchas verdades de esta guerra hasta ahora ignorados o tergiversados.
La retirada de Camarones:
Que fue obra exclusiva de un plan maquiavélico trazado por el Estado Mayor Chileno obedeciendo consignas del capitalismo inglés ya ligado a los intereses salitreros de Valparaíso y Santiago. El plan consistía en separar a Bolivia de la Alianza con el Perú y ponerla a la vanguardia de las conquistas chilenas. Como para ello no lograron doblegar a Daza, se sirvieron de la Quinta Columna que ya operaba en Bolivia, la misma que estaba conformada por ciudadanos bolivianos cuyos intereses mineros se hallaban ligados a los intereses anglo-chilenos. El cerebro de esta organización era Aniceto Arce, accionista mayoritario del Huanchaca, siendo su inmediato Luis Salinas Vega, quien logró convencer y utilizar a Gabriel René Moreno, Narciso Campero, y Eliodoro Camacho para sus siniestros fines. A Moreno lo utilizaron como portador de las famosas “Bases” que fueron rechazadas por Daza en un acto de lealtad al aliado, que no ha sido apreciado debidamente. Campero y Camacho entraron en juego con el señuelo de la Presidencia que al final de la tragicomedia quedó en manos del primero.
¿Cómo actuaron Camacho y Campero?
Indudablemente que ambos tuvieron la responsabilidad en los acontecimientos de Camarones y San Francisco.
Campero al mando de la Quinta División, la mejor organizada y la mejor armada, circunvaló por los desiertos de Tomave desobedeciendo las instrucciones terminantes para avanzar a reforzar el Ejército Aliado. Camero tuvo tiempo suficiente para llegar a San Francisco, pero no lo hizo. La presencia de Aniceto Arce en su campamento y la paralización de esa división son demasiado elocuentes.
Camacho tuvo oportunidad de actuar en Camarones donde influyó decisivamente para la retirada que después se la endilgó a Daza.
Obviamente que a ambos Aniceto Arce les ofreció la Presidencia de la República por separado, habiendo madrugado Campero, quien en vez de dirigirse al campo de combate se fue directo a Oruro a proclamarse.
El plan era sencillo. Había de derrocar a como dé lugar a Daza que era el estorbo para la ruptura de la Alianza Perú-Boliviana. ¿Y cómo lograrlo? Había que desprestigiarlo y qué mejor oportunidad que en la marcha que haría hacia el encuentro del Ejército de San Francisco. Todo fue preparado meticulosamente y se produjo la vergüenza de Camarones y luego la deposición de Daza.
Pero existen también pruebas de otra conspiración para que Daza no se hiciera presente en San Francisco y esta conspiración fue el General Prado del Perú que trató por todos los medios de evitar la presencia de Daza en aquella acción de armas que consideraba ya una segura victoria. Los celos de Prado conspiraron también para que se produzca Camarones, pues Daza al mando el Ejército Aliado se hubiera llenado de gloria y ello le mortificaba el alma. Sólo así se explica que las caramañolas de los soldados bolivianos hubiesen sido llenadas de vino y que se hubiese trabado la marcha de la artillería Krupp así como no se hubiera producido el apoyo logístico necesario.
La caída de Daza estuvo signada por una gran conspiración que actuó en el secreto más absoluto. Rosendo Gutiérrez que también formaba parte de la conjura manejó lo asuntos de Camarones en forma admirable, pero se llevó el secreto a la tumba. Como a la caída de Daza el poder cayó en manos de Campero y Arce, cuyo idilio tampoco duró mucho tiempo, porque el primero no cumplió el primer objetivo del plan que consistía en el rompimiento de la Alianza Perú-Boliviana, los acontecimientos tomaron otro curso, pero el asunto fue guardado en un secreto que asombra. Los actores de este hecho pudieron romper como lo hicieron, pero jamás tocaron el tema de sus controversias. ¿Protección mutua? Es más, primero desde las trincheras de la guerra y después desde el aparato del poder, no descuidaron un solo instante en embarrar y desprestigiar la figura de Daza, haciendo caer en su persona ya no solamente la llamada traición de Camarones sino toda la tragedia del Pacífico. Y lo extraordinario del caso consiste en que en esta labor hubo entendimiento perfecto con los memorialistas y escritores chilenos que cargaron casi simultáneamente todas sus baterías contra la figura de Daza, inventando hechos como el asunto del carnaval y la traición de Camarones que no fue tal.
La conspiración fue tan grande, y la campaña de desprestigio tan enorme, que el pueblo acabó creyendo en lo que se decía, pero espíritus acuciosos como Monseñor Miguel de los Santos Taborga y otros, comenzaron a preguntarse sobre algunos hechos nada claros, algunas lagunas, algunos rastros e indicios que exigían una explicación de algunos actores del drama que estaban aún con vida. De esta manera surge la notable polémica entre Santos Taborga y el General Eliodoro Camacho que fue, el primer intento de esclarecimiento de un acontecimiento de la guerra.
Las cartas intercambiadas entre los dos personajes levantaron polvo, pero se tuvo el suficiente cuidado de no difundirlas.
Luego se hizo una publicación en folleto, pero se corrió igual suerte, al extremo de que hoy por hoy, este folleto es una de las piezas más raras de la bibliografía de la Guerra del Pacífico.*
El folleto titula CORRESPONDENCIA CAMBIADA CON EL SEÑOR ELIODORO CAMACHO, SOBRE LA TRAICIÓN DE CAMARONES. Por Miguel de los Santos Taborga. Imprenta “El Cruzado”. Sucre 1887.
Por la importancia del tema, por la calidad de los personajes, ambos escritores atildados literato e historiadores, esta polémica no debe permanecer más en silencio.
En él ya existen suficientes indicios para el esclarecimiento total de aquella cómplice infamia.
Transcrito por Gastón Cornejo Bascopé
Cochabamba abril 2013.
A continuación va el Folleto original extraído del Archivo Histórico Nacional. Sucre Bolivia. Con la autorización del importante repositorio y el compromiso de honor del suscrito de no efectuar uso indebido del mismo.
La necesidad de crear una CONSCIENCIA MARÍTIMA en el alma de los bolivianos, la convocatoria a la unión de todos los ciudadanos de la Patria ante el próximo paso anunciado por el Gobierno de recurrir ante el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya, obliga a estudiar, analizar y a inferir todos los detalles históricos de la Guerra del Pacífico en la que Chile, además de usurparnos todo el girón patrio de Atacama, nos dejó enclaustrados por más de cien años.
En otra importante transcripción documental, autoría de Jorge Escobari Cusicanqui titulada “Historia Diplomática de Bolivia”. La Paz 1975, se desnuda la verdad histórica. Nuevamente es Monseñor Miguel de los Santos Taborga quien devela la actitud dolosa en que incurrieron algunos historiadores chilenos para tergiversar los derechos de Bolivia sobre su cualidad marítima.
Escrito por Edgar Oblitas Fernández.
Fuente:
cochabamba-historica
La Polémica en Bolivia, Tomo I. Página 434. Imp. Editorial Publicidad y Marketing La Paz Bolivia.