El 24 de mayo de 1880 a las 17.00 horas, habiendo sido avistada una lancha peruana en las cercanías del dique de El Callao, fue perseguida por las torpederas chilenas «Janequeo» y «Guacolda» , con las cuales hubo un intercambio de disparos sin consecuencias para ambas partes. Las torpederas se retiraron al amparo de la Escuadra, pero se mantuvieron al acecho de los movimientos dentro de la dársena.
Torpederas chilena «Janequeo»
Alrededor de la 01.30 del día 25, notaron a través de la oscuridad que desde la playa del fuerte de La Punta, salían tres lanchas peruanas en dirección a la dársena. Inmediatamente ambas torpederas iniciaron la persecución, consiguiendo cortar el paso a dos lanchas, pero como el andar de la «Janequeo», al mando del Teniente Manuel Señoret Astaburuaga, era muy superior al de su compañera, se adelantó unos 100 metros y alcanzó a la lancha peruana «Independencia,» comandada por el Teniente 2° José Gálvez.
El fogoso Teniente Señoret logró acercarse a tres metros por estribor de la lancha peruana y le aplicó un torpedo, el que hizo explosión abriendo la popa de la embarcación, que comenzó a hundirse. Simultáneamente, mientras se inundaba la lancha , el Teniente Gálvez lanzó una granada a la «Janequeo», la que al estallar sobre el salón de calderas mató a dos fogoneros y produjo una gran abertura en el casco.
Inundándose, la «Janequeo» logró atracarse a unas lanchas fondeadas cerca, desembarcándose la tripulación, sin poder salvar a la torpedera que se hundió a los cinco minutos. La «Guacolda», al mando del Teniente Luis Alberto Goñi Simpson, persiguió en la oscuridad a la «Independencia» y cuando se hallaba cerca notó que sus tripulantes pedían socorro a gritos, porque se estaban hundiendo.
Goñi paró la máquina y envió un botecito que llevaba a remolque a auxiliar a los náufragos. Recogió sólo a siete, porque los otros ocho habían muerto en la explosión. El Teniente Gálvez quedó atrapado en la embarcación, logrando zafarse cuando ésta tocó fondo y salir agotado a la superficie, donde fue recogido entre los siete rescatados.
Recogidos los náufragos de la «Independencia», la «Guacolda» rebuscó a la «Janequeo» y creyendo que se había reintegrado a la Escuadra, se apresuró en llegar al blindado «Blanco» para dejar los heridos peruanos.
Al pasar frente a la dársena, las lanchas peruanas «Arno» y «Urcus» trataron de cortarle el paso, pero Goñi les contestó el fuego con una ametralladora Gatling, abriéndose paso hacia el blindado «Blanco» donde dejó los heridos y prisioneros. El Almirante Galvarino Riveros Cárdenas, haciendo honor al valor demostrado por el Teniente Gálvez, en vez de mantenerlo prisionero, lo puso a disposición de las autoridades de El Callao.
La «Janequeo» estaba sumergida a una profundidad no mayor de seis a siete brazas y a una corta distancia de la dársena, por lo que los peruanos intentaron reflotarla. Entre los días 27 y 29 hubo varios encuentros entre las fuerzas chilenas y las lanchas peruanas que se encontraban en faenas de rescate para reflotar a la «Janequeo». Lo anterior obligó al Almirante Riveros a planear la destrucción de la torpedera hundida.
La noche del 8 de junio a las 01.00 horas, la «Guacolda» con un bote a remos, protegidas por el «Huáscar» se dirigieron al lugar del naufragio, que había sido señalado con cuatro boyas por los peruanos. Al llegar ahí, hicieron descender al buzo del blindado «Blanco», José Sobenes Valdebenito, quien encontró a la «Janequeo» estrobada lista para ser izada a la superficie. En el silencio y oscuridad de la noche, el buzo Sobenes colocó cargas explosivas equivalentes a 100 libras, que destruirían la torpedera, mediante fuego eléctrico. La faena fue terminada a las 03.30 horas, haciendo detonar las cargas y destruyendo totalmente a la torpedera hundida.