Con 100 hombres precariamente armados Abaroa se enfrentó al ejército chileno que tenían a 1000 efectivos organizados. Minutos antes de morir, un capitán chileno le habían conminado a rendirse, a lo que Eduardo Abaroa, respondió: ¿Rendirme yo? ¡que se rinda tu abuela, carajo!
Biografía:
Eduardo Avaroa Hidalgo, nació el 13 de octubre de 1838, en San Pedro de Atacama. Sus padres fueron Juan Avaroa y Benita Hidalgo. Se casó con Irene Rivero, madre de sus cinco hijos Amalia, Andrónico, Eugenio, Antonia y Eduardo.
Realizó sus primeros estudios en la escuelita del pueblo. Siendo mayor adquirió conocimientos de Teneduría de Libros y Contabilidad. Fue miembro del Concejo Municipal de San Pedro de Atacama.
Hombre alto, delgado, de movimientos tranquilos, ojos claros de mirada bondadosa y a la vez firme así fue Eduardo Avaroa Hidalgo, héroe de la defensa de Calama, que representa el símbolo del sacrificio sirviendo a la Patria. Se lo recuerda por su célebre frase: “¡Que se rinda su abuela… Carajo!”.
Murió a la edad de 41 años. Su cadáver fue recogido por las tropas enemigas y se lo sepultó, silenciosamente, en el cementerio del pueblo de Calama, a las cuatro de la tarde del 23 de marzo de 1879. Su epitafio pudo ser lo que él le dijera a don Ladislao Cabrera: “ Soy boliviano, esto es Bolivia y aquí me quedo”.
El desembarco de las tropas chilenas en Antofagasta, el 14 de febrero de 1879 y la desocupación de los funcionarios bolivianos del puerto, sorprendió a Avaroa, quien había viajado a esa población por motivos mineros.
Concentrados en Calama los más prestigiosos elementos políticos y militares de la región a iniciativa de don Ladislao Cabrera, se formó una comisión patriota, encargada de organizar la defensa, que fue denominada “Comisión Salvadora de Bolivia” Avaroa, fue el primero de los civiles en ofrecerse como voluntario y se convirtió en su brazo derecho para los preparativos de la defensa.
En el combate del Puente del Topáter se rehusó a abandonar su puesto pese a la superioridad numérica de las fuerzas chilenas y luchó con valor hasta quedar atrincherado por el enemigo, que le pidió rendirse.
Avaroa contestó con voz ronca, como un rugido:
“Rendirme Yo. ¡Qué se rinda su abuela… Carajo!”.
Los soldados chilenos respondieron con una nueva carga cerrada de sus fusiles y lo ultimaron con sus bayonetas, porque Avaroa parecía tener siete vidas. Cuando los soldados comenzaron a festejar el triunfo alrededor del héroe al grito de ¡Viva Chile!, todavía escucharon el último aliento del héroe: ¡Muera!…
Fuente:
diremar