Tenía 17 años cuando el Contralmirante Fernando Grau Umlauff fue comisionado para repatriar una parte de la tibia de su ilustre bisabuelo, el gran Almirante Miguel Grau Seminario. Esa tal vez fue la misión más importante que le tocaba desempeñar al entonces cadete de la Escuela Naval y como era lógico, experimentaba una gran emoción, pues además recogería algunas pertenencias del Caballero de los Mares, de ese ser que lo acompañó desde que tuvo uso de razón.
Contralmirante Fernando Grau Umlauff
En 1890 trajeron de Chile lo que había quedado del cuerpo del Almirante, la parte inferior de su pierna. Había permanecido en Santiago una astilla de la tibia. Ya en 1958, por gestiones del Perú ante el Gobierno del General Carlos Ibañez del Campo, fue una comisión a recogerla y además, se trajeron las caponas, un libro y los prismáticos del Almirante, que habían sido recuperados del Monitor Huáscar.
Ese resto del Almirante Grau, como suele llamarlo su bisnieto, descendiente de la rama del sexto hijo del matrimonio Grau Cabero, Rafael, se encuentra actualmente en una Cripta que hiciera la Escuela Naval, en el año 1976, luego de haber estado temporalmente en el Museo Naval del Callao.
¿Qué se siente ser descendiente de un héroe tan importante?, le preguntamos, mientras contemplamos el despacho de su casa, en el que atesora además de un gran óleo de su bisabuelo, la espada original con la que se enfrentó el héroe en Angamos y una serie de condecoraciones y recuerdos obtenidos a lo largo de su carrera como marino, tanto en el Perú como en el extranjero,
“Son sentimientos especiales, muy personales, que uno guarda, como es el ejemplo que ha tenido, lo que se cuenta en casa, lo que se transmite a los hijos, a los nietos. Sobre el valor que tuvo en la vida del Perú y la influencia que siempre ha tenido entre nosotros. De hecho que para todos los que nos toca llevar el apellido de alguien que ha servido a su país o ha sido un personaje y sobre todo de las características del Almirante Grau, un ser honesto, honrado, un hombre dedicado a su familia, a su carrera, la responsabilidad es mayor, porque cualquier cosa que uno haga se multiplica”.
No recuerda cuándo tomó conciencia del parentesco que lo unía a don Miguel Grau, aunque cree que probablemente fue en el colegio, cuando lo nombraban en las actividades del Combate de Angamos o asistía con su padre a ceremonias conmemorativas.
“Es cuando empieza a grabárseme esa realidad, de ser descendiente del almirante Grau. En el colegio no me tocó representarlo, no actué ni nunca recité nada, pero en algunos homenajes sí me distinguían como descendiente. A mi hijo si le tocó participar como Grau chico, en unas estampas sobre la vida del Almirante que hicieron en la Escuela Naval”.
En la parte humana, dice el Contralmirante Grau Umlauff, admira de su bisabuelo su caballerosidad, su don de gente. Como marino, la estrategia que él emplea en la Guerra con Chile.
“Lo veo como un hombre completo, muy dedicado a su familia, un buen marino. Su actuación antes de la guerra ya trascendía fuera de los límites del Perú”
El Almirante Miguel Grau tuvo diez hijos, de ellos don Fernando conoció a Enrique, Miguel y a la tía María Luisa, con la cual tuvo bastante acercamiento. Recuerda que cuando ingresó a la Escuela Naval, asistía con ella a ceremonias que se organizaban en el Club Piura, Colegio Miguel Grau y otras instituciones, en dónde lo presentaba como al sobrino nieto.
De los hijos del Héroe de Angamos existen tres ramas en Lima: los Grau Astete, Grau Wiesse, están los Grau Price, de donde desciende el Contralmirante Fernando Grau Umlauff, quien tiene cuatro hijos con doña Rosalía Vásquez de Velasco Ganoza: tres mujeres y un varón, además de ocho nietos.
“En mi familia somos seis hermanos y existen siete parientes que llevan el nombre de Miguel Grau. Ya no hay descendientes en la Marina, el último que estuvo fui yo”
¿Y siempre supo que quería ser marino?
“De pequeño no la tenía tan claro, sentía vocación por lo escuchado en la familia sobre mi bisabuelo, el mar no me era indiferente, además de chico había viajado en buque del Callao a Talara. Un día mi padre llegó de una ceremonia el 8 de Octubre y me dijo que había estado con unos marinos que le habían preguntado si alguno de sus hijos no quería ser marino. “¿Tú quieres ser marino?”, me preguntó, “sí, papá”, le dije y así fue como lo decidí y no me arrepiento, pues creo que dentro de mi ya había algo que me llevaría a elegir esta carrera, por eso mi decisión fue tan rápida”
¿Además de su bisabuelo, a qué otros personajes admira?
“En la Marina han existido muchos oficiales que han participado en diferentes actividades que son dignos de imitar, así tenemos al fundador de la Marina, el Almirante Guise. También está Villar, Villavicencio y otros. Dentro del Ejército, a los que lucharon en la Independencia, los que estuvieron en la resistencia y defensa de Lima y a tantos civiles que tal vez no conozcamos sus nombres. En el caso de mi madre, su abuelo Lucas León que era un comerciante, forma una compañía y están presentes en uno de los reductos en la defensa de Lima. Muchos tenemos héroes en nuestras familias, por que no investigamos nuestros orígenes”.
Se van perdiendo los valores, como que el sentimiento de Patria no es el mismo…
“La vida cambia y con ello algunos valores y conceptos. En 1879 estábamos aún en formación de la República, existían las luchas internas, caudillismo, politiquería, militarismo, antimilitarismo, etc. Lo que nos presentaba el mundo era diferente a lo que nos presenta en nuestros tiempos y eso supongo nos lleva a tener otros sentimientos. Me parece que con la globalización los países van perdiendo su identidad, pero siempre existen algunos que mantienen mayor grado de nacionalismo, desgraciadamente en el Perú no lo tenemos marcado y eso lo vemos en las diversas actividades diarias, no hay esa entrega total por lo nuestro”.
¿Y qué hay que hacer?
“En parte, lo mismo que hace la Benemérita Sociedad de Fundadores de la Patria, no olvidarnos de los personajes que han tenido una importante actuación en el Perú. No debemos olvidar nuestra historia. Nuestro país será grande en la medida que recordemos los errores y aciertos que hemos tenido, los errores para corregirlos y los aciertos para seguirlos. Hay que velar, con visión de futuro, para que todo ese bagaje de historia que tiene nuestro país, rico en tradiciones y valores, no se pierdan para dejar a nuestros descendientes un futuro siempre mejor”.
Por: Lita Velasco Asenjo, periodista
Fuente:
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