Grau - El peruano del milenio: Grau en el Huáscar (V)

1.- La Vuelta al Servicio

El 5 de enero de 1868, el Presidente Mariano Ignacio Prado, ante las rebeliones del norte, del sur y de Lima se vio precisado a dimitir y entregar el mando al general La Puerta que era Presidente del Consejo de Ministros. El 22 del mismo mes el Vicepresidente general Pedro Diez Canseco asume el poder y el 8 de febrero convoca a elecciones.

El cambio de la situación política del país facilitó la vuelta de Grau a la marina de guerra y el 27 de febrero de 1868 reingresa Grau al servicio y se le encarga el comando del blindado “Huáscar”. Empezaban a tejerse las tramas del destino. En lo sucesivo la nave y el marino formarían un dúo glorioso e inseparable, hasta el grandioso epílogo de Angamos. El 25 de julio de ese año es ascendido a capitán de navío graduado. Tenía por entonces 34 años.

Croquis del Huáscar
Croquis del “Huáscar”.
Su verdadero poderío residía en el valor indomable de sus tripulantes y, principalmente, en la sagacidad y espíritu de sacrificio de su inmortal comandante

El 2 de agosto se hizo cargo del Gobierno el coronel José Balta, encontrando al Estado en difícil situación fiscal y con un déficit presupuestal mayor de 17 millones de soles, todo esto a pesar de la explotación de la riqueza del guano que desde 1842, es decir, en 25 años en que había exportado nada menos que 7’115.194 toneladas, que habían generado ingresos por valor de S/. 218’603.625.00. Todo se había despilfarrado, pues no se había emprendido obra importante alguna y antes bien se estaba muy endeudado, con préstamos usurarios y onerosos hechos a los consignatarios del guano.

La historiadora Ella Dunbar Temple dice que en 1869 Grau tuvo destacada actuación en el juicio que se siguió a los hermanos Alcázar por una supuesta intentona de apoderarse de un buque de la escuadra.

2.- Grau y el Puerto de Salaverry

Del periodista piurano, radicado en Trujillo Dr. Alfredo Valdivieso García se ha tomado una información sobre la participación de Grau en la creación del puerto de Salaverry.

Desde la época de la Colonia el puerto que unía a Trujillo con el mar era Huanchaco, que resultaba inaparente por lo cual se trató de reemplazarlo por otro.

Donde ahora se encuentra ubicado el puerto de Salaverry existía un embarcadero conocido como garita de Moche. Este nombre correspondía a una pequeña población situada entre Trujillo y la playa.

Cuando en 1821, el general San Martín nombró al general Antonio Alvarez de Arenales Gobernador de Trujillo, trató de buscar reemplazo para Huanchaco y el asunto siguió viéndose hasta 20 años más tarde.

A fines de 1869, el “Club Progresista de La Libertad”, solicitó al Presidente coronel José Balta Montero, la creación del Puerto de Salaverry en lugar de Huanchaco, teniendo como ubicación la garita de Moche. La directiva del Club estaba formada por el Dr. Nicolás Lizarzaburu, Dr. Pedro Torres Calderón, Juan M. del Valle, Ricardo O’Donovan, Ignacio Chopitea, Ignacio Montero y Clemente Ríos.

Balta dispuso que Grau con el «Huáscar» hiciera una visita de inspección y emitiera un informe, lo cual fue cumplido de inmediato. Grau acababa de reincorporarse a la Marina y el encargo que le daba el Presidente, muestra el aprecio que se tenía de sus conocimientos marítimos. El informe que emitió fue el siguiente:

Tengo el honor de informar a Ud. en cumplimiento de las instrucciones recibidas en oficio del 24 pasado, el resultado de los estudios y trabajos hidrográficos que me fueron encomendados, acompañando al efecto un plano del Morro y caleta de la “Garita” que se ha levantado con toda exactitud posible durante los seis días que he permanecido en ese punto.

La costa en ese lugar se extiende al NO 5ª N. del compás formando una ligera curva entrante, interrumpida únicamente por el morro “Carretas” que se desprende de ella, avanzando hacia el mar 1.080 pies ingleses y se eleva 300 pies sobre el nivel del mar. Dicho morro, muy conspicuo por su color negrusco y además, ser muy excelente punto de marcación para los buques que vayan en su demanda.

Está situado en la latitud 8ª 14’ 12” S y en la longitud 78ª 57’ de Greenwich y solo distancia de 10 millas al Sur de Huanchaco; formando con la Costa N. la pequeña caletita de “La Garita” que no tiene mayormente abrigo. La playa es muy vasta y de arena fina, excepto la parte que circunvala al morro que está llena de gruesas y abundantes piedras de granito; las mismas que estando tan a la mano, pueden servir para la construcción de una especie de rompeolas de 300 a 400 pies de largo lanzado en dirección de la puntita más al Norte del Morro, obra es esta que creo es indispensable se construya para hacer de la “Garita” un buen desembarcadero, dándole seguridad y abrigo, de que carece hoy. Con esta mejora se conseguirá también mayor duración en el muelle que se haga paralelo al morro y en fin, mil otras ventajas.

Por el plano se convencerá Ud. de la necesidad de dicha obra, máximo cuando juzgo que no será de gran costo, atendiendo a la abundancia de material que el mismo morro proporciona. La tasca o barra es más corta y mejor relativamente a la de Huanchaco, posee a mi juicio superiores condiciones a aquella en igualdad de circunstancias debido al pequeño resguardo que le da el morro, pues cuando mucho se extenderá la reventazón en este tiempo 1.100 a 1.300 pies de la orilla, proporcionando estas circunstancias ventajas favorables en el embarque y desembarque de pasajeros, disminuyendo los riesgos considerablemente en la salida y entrada de las lanchas a la tasca. Pero nunca será prudente por ahora abordar esta playa en embarcaciones menores sin correr grandes riesgos.

Teniendo, como tiene mayor fondo este puerto, los buques anclarán más cerca que en Huanchaco, ganándose en esta mejora, mucho tiempo que se pierde en Huanchaco en ir y venir de abordo.

El paradero para las lanchas es bastante bueno, próximo al Morro. La mar boba que reina constantemente en esta costa, es del S.SO pero juzgo que no arbola tanto como en Huanchaco.

El surgidero, o mejor dicho el lugar donde deben de fondear los buques, no tiene abrigo alguno para el mar y el viento, como el de Huanchaco, pero tiene la ventaja sobre ese de poder fondear más cerca, de 3 a 4 cables de tierra en buen agarradero para las anclas.

Los vientos que aquí se experimentan, generalmente son flojos del SE a SS.E durante el día y se inclinan al E. después de la media noche, lo que comúnmente se llama terral.

La sonda desde muy afuera se conserva en 6 a 5 ½ brazas de agua, formando un placer hasta muy cerca de la playa. La calidad de la arena fina, mezclada con lodo, y solo a 200 pies de la punta se encuentra piedra.

Las observaciones generales que expongo en este informe, se refieren únicamente a la presente estación, porque es probable que en los meses de Mayo, Junio y Julio se experimenten algunas bravezas de consideración como sucede generalmente en toda esta costa norte, en los citados meses.

A pesar de que esta caleta no podrá ser un buen puerto sin emprender en ella obras de alguna consideración, como hemos dicho antes, tiene ésta, ventajas que la hacen actualmente superior a Huanchaco.

Para poder juzgar con acierto sobre la extensión que se debe dar al muelle y demás trabajos que en él se emprendan, sería conveniente presenciar el estado del mar un día de gran braveza, para poder apreciar con exactitud su verdadera fuerza y sitio de rompiente.

Por todos los medios he tratado de obtener de los indígenas de estas inmediaciones, datos seguros sobre el verdadero estado de la tasca en el invierno, y hasta que punto se interna el mar en las grandes mareas; pero nada cierto he podido averiguar, pues las noticias que unos dan, otros las contradicen por ignorancia la mayor parte, sin haber conseguido de ninguno la verdad, de lo que me convenía indagar.

El establecimiento del puerto se verifica a las 3 horas y la marea sube 3 pies.

En vista del plano que tengo el honor de remitirle, podrá Ud. con más acierto, juzgar de las ventajas o desventajas que este lugar puede proporcionar como puerto.

Es cuanto tengo que comunicar a Ud. en cumplimiento de mi deber.

Dios guarde a Ud.
Miguel Grau


3.- El Contrato Dreyfus

Como el Tesoro Público estaba en falencia, Balta nombró como Ministro de Hacienda a don Nicolás de Piérola, por recomendaciones del general Rufino Echenique, Presidente de la Cámara de Senadores. Cuando Piérola se presentó ante el Congreso dijo que el Perú se encontraba al borde de un abismo pero que aún no había caído en él. Se vio la inconveniencia de renovar los onerosos contratos con los consignatarios del guano, pero como se requería urgentemente dinero se les volvió a solicitar un préstamo de 10’562.000 pesos a dichos consignatarios. Entonces Piérola entró en tratos con la casa francesa Dreyfus Hermanos y Cía. Estos se habían iniciado en Lima en 1852 con un pequeño capital montando una tienda de telas, que administraban los hermanos Jerónimo, Isidro y Próspero, a los cuales se sumó en 1858 otro hermano más, Augusto, judío de nacimiento que a los 17 años se había convertido al cristianismo y que llegó como socio minoritario, trabajando como dependiente. En 1863 quedan como únicos socios Augusto e Isidro el cual fue reemplazado en 1866 por León Dreyfus. Desde el 5 de julio de ese año principiaron a trabajar en el negocio del guano, se vincularon con grandes capitalistas franceses y se firmó un contrato en París, lugar donde trasladaron la sede del negocio. Por esa época, Augusto tenía 30 años. Rápidamente prosperaron y se volvieron millonarios.

Contrato Dreyfus

El 5 de julio de 1869, el Perú y los hermanos Dreyfus firmaron el célebre contrato que lleva su nombre. De acuerdo con el contrato, el Perú se comprometía a vender dos millones de toneladas de guano y los Dreyfus se harían cargo de la deuda peruana. Al momento de suscribir el contrato, el Perú recibiría 2’400.000 Libras Esterlinas y le entregarían en forma mensual 700.000 soles hasta marzo de 1871. Dada la fuerte oposición de los consignatarios, recién en noviembre de 1870 pudo aprobar el Congreso el contrato. El Perú pudo vivir espléndidamente, con su ya saneada economía, pero Balta había resuelto llevar adelante un gigantesco plan de construcciones ferroviarias y en 1870 solicita un préstamo de S/. 59’600.000.00 a la casa Dreyfus, que se hizo efectivo en febrero de 1871.

En 1870 Balta había formado una Comisión que integró Grau, para establecer si en la Garita de Moche podía construirse un puerto y habiendo sido el informe favorable, se construyó el puerto de Salaverry que reemplazó al de Huanchaco. Intervino también Grau a favor del Teniente Pera, del “Huáscar” en el juicio militar que se le siguió, contribuyendo a su absolución.

Balta creyendo que no había peligro exterior redujo el ejército de 12.000 hombres a solo 4.500, restableció el sistema de milicias con el nombre de “Guardia Nacional”, canceló un contrato para la construcción de 12.000 fusiles de acero belgas y mandó a desarmar y a vender al monitor “Victoria”, al transporte “Sachaca” y al vapor “Loa” y como antes se habían perdido la “Amazonas” y la “América”, la potencia de la escuadra se resintió.

Balta no quedó satisfecho con el dinero que había conseguido y en enero de 1871 volvió a hacer una operación financiera en bonos con la casa Dreyfus por 75 millones de soles.

De esa modo Balta en forma criticable agotó la capacidad financiera del Perú y cuando buscó dinero para la defensa no lo encontró.

El 20 de diciembre de 1871, el Cónsul del Perú en Valparaíso coronel Alfonso Salmón, remitió una nota secreta al Presidente Balta, haciéndole conocer que Chile había mandado a construir dos poderosos blindados.

El 14 de febrero de 1872 Balta reúne a su Consejo de Ministros y se acuerda la construcción de dos barcos más poderosos que los chilenos y se encarga al Comandante General de la Marina, capitán de navío Manuel Ferreyros para adquirir dos blindados, dos cañoneras y armamento diverso. Ferreyros comprobó que en los astilleros ingleses de Hull se estaban construyendo los dos blindados chilenos. La casa Dreyfus se negó a hacer al Perú un nuevo préstamo para adquirir los barcos y las gestiones quedaron paralizadas. De ese modo los judíos franceses pagaron al Perú el haber sido el origen de su fabulosa fortuna. Podemos también decir que allí se jugó el destino futuro del Perú, porque si hubiéramos tenido esos barcos, Chile no nos hubiera declarado la guerra.

Nuestros representantes en Europa, recibieron una oferta del Embajador Turco del Sultán Abdul Hamid II que ofrecía en venta un acorazado que ya estaba terminado en los astilleros Samuda de Londres que ellos no podían pagar, y que tenía 6.000 toneladas, doble hélice, 7.000 H.P., navegaba a 14 nudos por hora, coraza de 7 pulgadas, 4 cañones de 400 libras y 23 cañones de tiro rápido. Es decir, un barco fabulosamente poderoso. Al final fue vendido al Imperio Alemán.

4.- Cartas con Alcalde de Paita

Con la Municipalidad de Paita, Grau tuvo alguna comunicación y allí se guarda como reliquia una carta del héroe de fecha 18 de abril de 1879, cuando la guerra acababa de estallar. El documento escrito con una bonita letra inglesa, decía lo siguiente:

Señor Alcalde de la Provincia de Paita.

Es en mi poder el estimable oficio de Ud. de fecha 7 del actual en el que me adjunta un expediente que el Honorable Consejo de esa provincia, tan dignamente presidido por Ud., sea puesto bajo mi égida, para que por mi influencia sea prontamente despachado por el Ministerio de Hacienda.

Altamente interesado por todo lo que se refiera a esa provincia y penetrado de la justicia del reclamo, crea Ud. que no omitiré medio alguno para conseguir sea despachado favorablemente, ya que a pesar de mis múltiples atenciones me ocuparé de preferencia en este asunto, para que sea prontamente resuelto.

Sírvase Ud. manifestar mi agradecimiento al Honorable Concejo que preside, por el hermoso concepto que de mí se tiene y que trataré de corresponder a él, siempre que en algo pueda ser útil a los intereses de esa comunidad, cuyo bien es mi mayor anhelo.

Sírvase Ud. Señor Alcalde aceptar los sentimientos de mi más distinguida consideración.

Dios Guarde a Ud.

Miguel Grau

Después de febrero de 1877 estuvo por algunos días como Agregado al Departamento de Marina. En mayo del mismo año, se le nombró Comandante General de la Marina, que fue cuando elevó su Memoria al Ministro de Guerra y Marina. El 7 de marzo de 1879 fue nombrado Vocal de la Junta Revisora de Ordenanzas Navales, cargo en el que estuvo poco tiempo por haber Chile declarado la Guerra al Perú en abril.

5.- El hombre

En 1879, faltaba poco para que Grau cumpliera 45 años, es decir, que estaba en la plenitud de la vida.

Sobre él dice el historiador Raúl Porras Barrenechea, que era de buena estatura, ancho y macizo con una osamenta vigorosa, de fuerte caja torácica y caderas robustas, los ojos verdes y melancólicos, bajo el arco negro de las cejas y el rostro cetrino, curtido por los vientos marinos y circundado por la pelambre negra de las patillas a la moda española de la época. Esta figura noble y bondadosa, cobijada tras de un haz compacto de músculos y tendones, cuya voz delgada no respondía a su enérgica complexión realizaba el ideal masculino de la fuerza de los héroes homéricos.

A su vez, la historiadora Ella Dunbar Temple, en «El Victorial de Grau», expresaba que Grau fue un hombre varonil y de recia apostura y la descripción de su persona podía semejar la de un atleta antiguo: macizo, robusto y muy fuerte, de más alto que mediano porte, ancho de espaldas y de elevado pecho; y de un andar decidido con el típico balanceo del marino. Su cabello, bigotes y tupidas patillas a la española, que adoptó ya en su madurez, eran muy negros y enmarcaban un rostro curtido por los vientos y soles de todos los mares. Libre quedaba el mentón, fuerte, recio y a lo que parece de partida barbilla. La frente alta y despejada como preñada de inquietudes y cuidados, las orejas grandes y enhiestas, la nariz de trazo recto regular, las cejas negras y unidas y los labios firmes de raro sonreír, conformaban una fisonomía leal, bondadosa y a la par recia, de rasgos severos y masculinos.

En ese conjunto, de líneas tan enteras, se imponen los ojos de mirada penetrante, serena y dulce, a los que se atribuye un color verde oscuro sombreados o velados por íntima melancolía y de los cuales parecía escapársele el alma, a las regiones imprecisas del ensueño. El sólito contraste con estas condiciones físicas, de tan definida y probada varonía, era su voz reposada, la cual según testigos primarios, tenía un timbre delgado y en ocasiones atiplado. Era Grau de natural elegancia, cuidadoso en el vestir y que no dejaba de apostarse. Los que lo trataron en sociedad memoran su buen trato, su delicadeza y sus finos modales, propios de su señoría espiritual, a los que se adunaba un buen sentido de la prudencia. Su carácter se señalaba por la sobriedad, decoro y gran naturalidad de todos sus gestos y actitudes. Acostumbrado a las largas soledades de los mares, se trasluce su ideal de vida silente, serena y austera a la cual no era ajena su generosa solidaridad humana. Con igualdad de genio, parco y lento en el hablar, severo, poco expansivo y a menudo taciturno, no era hombre de discursos y sus palabras fluían a largos intervalos; y esa extrema combinación de fuerza con el sentimiento de melancolía que le era característico, suministra posiblemente el mejor enfoque de sus más alquitranadas esencias. Otra parte y grande, resultaba de sus calidades morales y espirituales. Su gran sensibilidad se revela en el afecto a sus hijos, a los niños y a todos los que de él dependían; y fueron proverbiales su lealtad, gran caballerosidad, entereza a toda prueba, nobleza y energía de ánimo. Hombre íntegro de su propia inclinación no quería entender salvo en cosas justas y rectas, no cuidaba de vanidades ni ambiciones y solo se proyectaba al cumplimiento del deber, en el cual era inflexible consigo mismo y con los demás. Como era un paradigma, su honradez y la honestidad inmaculada de su vida pública y privada, en tiempos de menguados valores muy diversos, su oficialidad y tripulación acataban el rigor de su disciplina y supo inspirarles cariñoso respeto, confianza y entusiasmo en la guerra y en la paz.

Como la más pura flor de sus virtudes trascendía la resignación que le permitía afrontar frío e inmutable, todas las situaciones de su azarosa existencia. Su muerte es el mejor ejemplo de esa condición suya, la acató con plena conciencia, porque se sabía atado a su propia leyenda y ya no tenía vida ni destino propios.

Grau era un ferviente católico, era muy devoto de Santa Rosa de Lima y oía Misa todos los domingos con su esposa e hijos en la Iglesia de la Merced. A invitación de su amigo el médico del «Huáscar» Santiago Távara Renovales, ingresó a la logia masónica del Callao Cruz Austral Nª 12, al mismo tiempo que su camarada y paisano el contralmirante Lizardo Montero. Posteriormente se asoció a la Logia “Virtud y Unión” Nª 3. Grau llegó a conocer a su esposa, precisamente porque desde jóvenes, ambos concurrían a esa Iglesia.

6.- La casa de Grau en Lima

Grau vivió en la casa de la calle Lezcano 22 en Lima, que en el año 2000 era N° 172. La misma que era propiedad de don José de la Riva Agüero y Osma, al cual abonaba 22 soles con 50 centavos al mes y tenía una entrada general, pues era un edificio en el que vivían tres familias: la de Grau, la modista Sofía Ley y la Vda. María Teresa del Valle. En esa casa en la actualidad funciona en los altos un museo, pero en realidad la familia Grau Cabero ocupó la mayor parte de los altos y de los bajos. En esa casa vivió con su esposa, sus diez hijos y su hermana Ana Joaquina que falleció en julio de 1880. Posteriormente la casa perteneció a la Universidad Católica y el 8 de octubre de 1973 el Concejo Provincial de Lima le colocó una placa. El 27 de julio de 1984, al cumplirse el sesquicentenario del nacimiento del héroe, el Rector de la Universidad Católica don José Tola Pasquel, suscribió un convenio con el Ministerio de Marina, representado por el Vicealmirante Antonio Forcelledo, para convertir la casa en Museo.

El personal de servicio de Grau estaba constituido por el fiel cocinero chino llamado Felipe, por la anciana zamba Veneración que estaba al cuidado de los niños y por la empleada Casimira. La casa estaba construida con paredes de quincha de cañas de Guayaquil, piso de madera, puertas con perillas de porcelana, mamparas con vidrios de muselina. El único lujo que tenía era un hermoso espejo con marco de pan de oro, que fue regalo de su suegra doña Luisa Núñez de Cabero, con motivo de uno de sus cumpleaños. La familia Grau Cabero no tenía piano, ni coche tirado por caballos. No obstante era miembro del Directorio del Partido Civil.

La casa fue restaurada en 1983 al cumplirse el sesquicentenario del nacimiento del héroe, por el arquitecto Alfonso Estremadoyro, restaurador también de la Casa de Grau en Piura y de la casa donde nació Bolognesi.

La casa fue construida en 1750 y en la actualidad se encuentra en el jirón Huancavelica. Hasta 1998, las paredes lucían color melón suave, que es el mismo que tuvo en la época en que Grau vivió en ella durante doce años.

La Casa Museo de Lima ofrecía en 1998 cinco ambientes donde se exhibían gran cantidad de objetos, como muebles, fotografías, cuadros y documentos.

Los nombres de estas salas son: Inicios de Grau, Amigos de Grau, Combates Navales y dos salas con el nombre de Grau Íntimo.

En la Sala Inicios de Grau, se encuentra la maqueta de un barco de vela norteamericano, del tipo en los que Grau fue tripulante en sus primeros años de marino. Hay también un kepí, que usó cuando viajó en barcos mercantes.

Hay igualmente una maqueta del monitor «Huáscar», hecha en madera, pero que presenta el casco en metálico, para simular su blindaje.

En la Sala Amigos de Grau, hay una profusión de fotografías de los que fueron sus más cercanos amigos. Se puede apreciar una foto de los llamados Cuatro Ases de la Armada Peruana, es decir, Grau, Montero, Aurelio García García y Manuel Ferreyros, los mismos que fueron testigos en el matrimonio de Grau. El capitán de navío Ferreyros, murió antes de la guerra con Chile. También hay una foto de su amigo, paisano y segundo comandante del «Huáscar», el capitán de fragata paiteño Ezequiel Otoya, del médico del monitor Dr. Santiago Távara Renovales, de origen piurano que en Angamos sufrió una grave herida en una pierna, a pesar de lo cual siguió atendiendo. Hay también una foto de don Manuel Pardo Lavalle, de Manuel Elías su compadre y amigo, senador Iqueño y Ministro de Estado. También una foto de don Felipe Barreda. En una pared hay una pintura de apreciable tamaño, que se le tomó a Grau tres meses antes de su muerte. Fotografías, del Arzobispo de Lima don José Roca, que después de Angamos, pronunció una emotiva y larga oración patriótica y foto del R.P. Pedro, del convento de los Descalzos, donde Grau iba a orar y a confesarse.

En la Sala Combate de Angamos, hay varias pinturas al óleo representando el combate de Angamos. También los combates de Iquique, Abtao, y de otras acciones de guerra en las que tomó parte Grau.

En la Sala Grau Íntimo, hay una gran fotografía que muestra el apoteósico recibimiento que el pueblo del Callao, tributó a sus restos cuando retornaron el 13 de julio de 1890. Se muestra también un comedor con muebles de la época, una mesa semi ovalada, seis sillas, dos sillones, una sombrerera, un auxiliar, un retrato de Grau y otro de su esposa. En la Sala, el gran espejo con marco de pan de oro que le regaló su suegra. Hay cuatro cartas dirigidas a su esposa, y la carta enviada a la viuda de Prat. Hay así mismo fotografías de siete de sus hijos, de su padre Juan Manuel, de su madre doña Luisa Seminario del Castillo y de sus hermanos Enrique, Ana y Dolores. Se encuentra en el museo un sombrero de tarro con lo cual asistió a determinadas actuaciones del Congreso y del Club Unión, del que era socio. También las cartillas de tres menús de los agasajos que se le brindaron en el Club Nacional, cuando retornó a Lima tras del combate de Iquique.

7.- Grau en 1879 buscaba Petróleo

En 1872 lo que ahora es la provincia de Talara y el departamento de Tumbes estaba ocupado por las haciendas de Máncora que principiando en el río Tumbes, llegaba hasta la quebrada de Pariñas y las haciendas La Brea y Pariñas que empezaban en la quebrada de Pariñas llegaba hasta la población de Amotape sobre el río Chira. La hacienda Máncora pertenecía a los herederos de don Diego Lama Farfán de los Godos, que eran 13 hijos. Las otras dos haciendas eran propiedad de don Genaro Helguero que las había recibido de doña Josefa Lama al morir. Pero aparte de estas tres grandes propiedades, existían en la cuenca del Chira otros propietarios de fundos y de chacras.

En toda la región se habían descubierto grandes depósitos de petróleo que suscitaron la codicia de muchos empresarios extranjeros, sobre todo ingleses. El petróleo recién se conocía en el mundo como combustible para impulsar la maquinaria industrial, a cuyo desenvolvimiento ayudó mucho. En plena guerra con Chile, Helguero negoció la venta de sus propiedades a un empresario inglés por importante suma. En la parte correspondiente a Máncora y de los demás medianos y pequeños propietarios de tierras se formaron diversas compañías, muchas de ellas piuranas.

En 1877 Grau con un vecino del Arenal, propietario de tierras, don Miguel Manzanares, hicieron un denuncio petrolífero que se publicó en el diario “El Comercio” de Lima y de inmediato entraron en tratos con una empresa inglesa, pero la guerra lo paralizó todo. Esta es sin duda una faceta poco conocida de la vida de Grau.

Con la Municipalidad de Paita, Grau tuvo alguna comunicación y allí se guarda como reliquia una carta del héroe de fecha 18 de abril de 1879, cuando la guerra acababa de estallar.

El 7 de marzo de 1879 fue nombrado Vocal de la Junta Revisora de Ordenanzas Navales, cargo en el que estuvo poco tiempo por haber Chile declarado la Guerra al Perú en abril.

8.- Grau revela ser hijo de Paita

El 30 de marzo de 1861, el Presidente Ramón Castilla promulga la Ley que convierte a la entonces provincia Litoral de Piura en departamento con tres provincias.

La de Piura con los distritos de Piura, Castilla, Sechura, Catacaos, Tambogrande, Yapatera, Morropón y Salitral.

La provincia de Paita, con los distritos de Paita, Colán, Tumbes, Amotape, La Huaca, Sullana y Querecotillo.

La provincia de Ayabaca con capital Huancabamba, con los distritos de Huancabamba, Ayabaca, Huarmaca, Sondor, Sondorillo, Chalaco, Cumbicus, Suyo y Frías.

En 1865, el sabio geógrafo Mariano Felipe Paz Soldán publicó el Atlas Geográfico del Perú. Allí aparece también el mapa del recién creado departamento de Piura con las tres provincias que tenía, de Piura, Paita y Ayabaca con capital Huancabamba. En 1877, Paz Soldán, publicó “Memoria de los trabajos de la Comisión de Demarcación política, judicial y eclesiástica”. La Comisión había sido presidida por Paz Soldán, y consideraba los departamentos de Amazonas, Piura, Marañón, Cajamarca, Independencia, La Libertad, Ancash, Huanuco, Junín, Lima, Huancavelica, Ica, Ayacucho, Apurímac, Cuzco, Pumacahua, Carabaya, Puno, Arequipa, Moquegua, Tacna y Tarapacá. Además la Provincia Litoral del Callao.

Con relación a Piura, lo consideraba con las provincias de Piura, Tumbes, Ayabaca, Huancabamba y Morropón. Desde 1865, la provincia de Ayabaca había sido dividida en Ayabaca y Huancabamba, de tal manera que la novedad en la propuesta de Paz Soldán, era la transformación del distrito paiteño en provincia, la creación de la provincia de Morropón a expensas de la provincia de Piura y la desaparición de la provincia de Paita, para ser incluida como distrito de Piura.

El Gobierno tomó como base este plan de demarcación para presentarlo con varias modificaciones, al Congreso. Personas influyentes lograron en Lima que no se considerase el proyecto de creación de la provincia de Morropón, pero respaldaron la reabsorción de Paita hacia Piura.

Las elecciones parlamentarias del tercio en octubre de 1878, y la creación del Partido Nacional agitaron el ambiente político de Lima desde los inicios de ese año. El detonante de la tensa situación existente fue el apresamiento del senador por Piura y contralmirante y senador Lizardo Montero, bajo la acusación de conspiración, cuando en la noche del 2 de mayo salía del Club de la Unión. Eso dio origen a disturbios y el 13 de mayo, se vio precisado a renunciar, el Gabinete que presidía el general Juan Buendía. La crisis ministerial duró más de un mes, pues recién el 18 de junio de 1878 quedó conformado el nuevo Gabinete con José Jorge Loaiza como Primer Ministro y Ministro de Justicia e Instrucción. Esto distanció al Gobierno del nuevo Partido Nacional y más aún del Partido Civil, al que pertenecía Grau, y que dominaba en ambas Cámaras. El 23 de agosto el senador Montero, interpela al Ministro de Gobierno, Palacios el cual se vería precisado a renunciar semanas más tarde. El 2 de septiembre, llegó de Chile el senador y ex presidente don Manuel Pardo que había sido elegido Presidente del Senado y de inmediato asumió el cargo. Poco después era asesinado en el mismo Senado. Era Vicepresidente de la Cámara de Diputados, el huancabambino Benjamín Huamán de los Heros.

El Ejecutivo envió a la Cámara de Diputados proyecto de Demarcación, pasando a la Comisión de Demarcación, la que hizo su propia propuesta, dejando a la Provincia de Paita, sin ninguna alteración tal como era antes.

El Proyecto se puso en debate el 2 de octubre de 1878 y fue entonces cuando intervino Grau, expresando lo siguiente: “No solo como representante de la provincia de Paita, sino como hijo de ella, creo mi deber, hacer uso de la palabra para defender su existencia. Creo que no sea necesario alegar más razones de las que ha aducido la Comisión de Demarcación de esta Cámara, para combatir la idea de hacer de Paita, un distrito de Piura, sin embargo, manifestaré ligeramente a los Honorables Representantes, que la Provincia de Paita, por su condición de Puerto Mayor y por ser el primero en la ruta norte de la República, debe de continuar con la categoría de Provincia, en la que cuenta más de dieciocho años de existencia. Además, todos sus distritos están perfectamente demarcados y por la naturaleza de puerto que tiene Paita necesita indispensablemente de una autoridad superior que pueda atender con oportunidad y acierto, las variadas exigencias del servicio. Por estas ligeras razones que me he permitido exponer y otras que omito, porque están al alcance de mis honorables compañeros, espero muy fundadamente, que la Cámara desechará el proyecto remitido por el Gobierno, en la parte relativa a la supresión de la importante provincia que tengo el honor de representar”.

Con la intervención de Grau, se dio por terminado el debate de la propuesta de nuevas demarcaciones y se procedió a la votación, siendo rechazada la propuesta del Ejecutivo y aprobada la propuesta de la Comisión de Demarcación de la Cámara.

Grau fiel a su forma de ser, no pronunció ningún agravio contra los gestores del proyecto, pero sin ambigüedades se opuso al proyecto que había originado en la ciudad de Piura.

De la posibilidad de que Grau hubiera nacido en Paita nos hemos ocupado en el Capítulo I, cuando mencionábamos que tanto la historiadora Ruth Lozada, como el historiador paiteño y Mayor ® del Ejército Abraham González Espinosa, eran del mismo criterio.

En octubre de 2002, el abogado Dr. José Albán Ramos publicó hasta dos artículos con referencia a la intervención de Grau defendiendo la intangibilidad de la provincia de Paita, documento que le había sido alcanzado por el Diputado Humberto Requena Oliva.


Compilado y editado por
Ricardo Cuya-Vera de Calidad Integral
Divulgador de la memoria de Miguel Grau Seminario.