Gracias a las crónicas del periodista Julio Octavio Reyes quien escribió desde el Huáscar podemos saber con exactitud los discursos de Miguel Grau y los detalles de los combates de nuestro glorioso buque.
Ivlev Moscoso Delgado
“¡Tripulantes del Huáscar!, ha llegado el momento de castigar al enemigo de la patria” fueron las palabras del almirante Miguel Grau antes del combate de Iquique. Quienes nos sentimos peruanos hasta los huesos, esta y otras hermosas frases que escribe Julio Octavio Reyes, el corresponsal de nuestro glorioso buque, nos escarapela la piel.
La imaginación nos lleva directamente a la lucha gracias al periodista del periódico La Opinión Pública (fundado en 1873) quien fue el privilegiado de asistir como testigo de la grandeza del Huáscar y toda su tripulación. Son 21 crónicas que simulan hoy a los partes de guerra. Gracias a la investigación de Luis Enrique Cam y el patrocinio de Telefónica fueron compilados y publicados con el nombre de “El corresponsal del Huáscar”.
Son 420 páginas que nos relatan la valentía y nobleza de nuestros marinos. Hay aventuras poco conocidas para la opinión pública como el hecho que el Huáscar nunca tuvo miedo de enfrentarse a los dos blindados chilenos, pese a la superioridad de armas y protección de los enemigos. Incluso los fue a buscar y se enfrentó a ellos en escaramuzas.
Constata que el Huáscar con sus potentes cañones de 300 libras no atacó puertos chilenos, mientras no había presencia militar. Que muchas de las caletas mapochas arriaban la bandera blanca en temor de represalias por el mal comportamiento de su ejército y que Grau las respetó.
Incluso encontramos también llamadas de atención de políticos y ciudadanos quienes creen que Grau y su barco no podían ser tan “caballeros” en una guerra. Pese a que se rinden por su arrojo temerario.
LABOR PERIODISTICA
Al estallar las hostilidades de Chile en territorio boliviano, la prensa peruana de ese entonces se preparó para la guerra. En total fueron cuatro corresponsales.
- José Rodolfo del Campo de El Comercio,
- El uruguayo Benito Neto del diario La Patria,
- El portugués Manuel Horta del diario El Nacional y
- Julio Octavio Reyes de La Opinión Pública.
José Rodolfo del Campo sirvió como corresponsal naval en el buque la Unión.
Debido a la gran influencia del diario La Opinión Pública con el gobierno del presidente Manuel Ignacio Prado, se le designó a Julio Octavio Reyes como corresponsal del Huáscar.
El hombre de prensa peruano recién pudo zarpar con nuestro buque que se alistó para la guerra el 20 de mayo. Es decir un mes y medio después de la declaración chilena.
Los buques chilenos aprovecharon para bombardear los puertos peruanos Pabellón de Pica, Huanillos, Pisagua, Mollendo y Mejillones.
Nos imaginamos la impotencia de los civiles al ver sus casas destruidas sin poder responder. Sin ver barcos peruanos que los puedan defender, la decepción debió ser muy grande y la depresión mayor.
IQUIQUE
Por eso, cuando el Huáscar y la Independencia navegaban para romper el bloqueo de Iquique, el entusiasmo de todos los marineros estaba al tope. “! Viva el comandante del Huáscar!” fue la respuesta de la tripulación cuando escucharon decir a Miguel Grau que era hora de castigar al enemigo, escribe Julio Reyes.
Reyes nos cuenta que en el puerto había tres naves enemigas, La Esmeralda, La Covadonga y Lamar. Este último en señal de cobardía enarboló la bandera de Los Estados Unidos y huyo hacía el sur. Lo mismo hacía la Covadonga.
El Huáscar que era más rápido que La Independencia llegó primero al combate.
Según Reyes, el atraso de la Independencia molestó a Miguel Grau. La Esmeralda si bien era de madera, tenía 12 cañones fijos. Seis a cada lado.
El Huáscar tenía dos cañones móviles de mucho más potencia que su enemigo. Pero mientras que podía disparar solo una salva, el buque chileno podía hacer seis disparos. Así que no puede hacer de víctima como nos hacen creer los amigos del sur.
Además cuenta Reyes que la tripulación chilena arrojó bombas de mano y ráfagas de metralletas, balas de rifles y hasta de revolver por lo que señala estaba muy bien preparados para la lucha.
Su estrategia fue pegarse a la costa para impedir que el Huáscar utilice sus cañones y pueda darle a la población civil que estaba en el puerto observando el combate.
Desde tierra los peruanos le dispararon a La Esmeralda y la hicieron huir. Añade que le habían comunicado a Miguel Grau que los chilenos tenían torpedos y por ello, Grau decidió acercarse y terminar rápido la lucha utilizando el espolón.
VIVA EL PERU
Octavio Reyes precisa que el combate duró 3 horas y con 40 minutos. También señala que La Independencia llegó 20 minutos después que ya se había iniciado el combate y que se dedicó a perseguir a La Covadonga.
El Huáscar hizo 15 tiros de cañón. Los 10 primeros antes del primer espolón y los cinco restantes entre los choques. Todos los disparos iban con “Viva el Perú”.
Confirma que el primer espolonazo lo impactó en la popa de La Esmeralda que la hundió. El segundo, el buque chileno puso la proa y finalmente el tercero lo embistió en el centro con dos cañonazos que terminó de partirlo en dos.
Narra que antes de hundirse el buque chileno, su comandante Arturo Prat y seis hombres más intentaron abordar la nave peruana.
“El comandante recibió un balazo en la frente y un hachazo y murió casi instantáneamente”.
Con ello también cierra un sin número de especulaciones sobre la muerte del capitán chileno.
“¡Vivan los valientes e hidalgos peruanos!”, es lo que gritaron los 47 tripulantes chilenos cuando fueron rescatados de las aguas, según Reyes. 156 murieron en combate. Del lado peruano solo hubo una víctima que lamentar.
DE NOCHE
Octavio Reyes que durante los combates era el secretario personal de Grau, es testigo de excepción de las hazañas del pequeño barco peruano.
El 26 de mayo de 1879 se produce el primer combate nocturno de la guerra en Antofagasta. Cuando se enfrenta a La Covadonga que se refugia detrás de buques neutrales para no ser alcanzado. Pero tiene que salir y se pega mucho a la costa para que el Huáscar no pueda embestirlo.
Además tres baterías en tierra abren fuego contra el Huáscar. El buque peruano disparó 16 cañonazos, La Covadonda 60 y más de 100 las baterías. La nave peruana les muestra pecho sin temor.
Durante esta parte de la guerra, la tripulación del Huáscar quema seis lanchas en Mejillones, siete en Cobija y tres goletas en el mar.
CONTRA BLANCO ENCALADA
El 3 de junio se produce un encuentro que demuestra el arrojo de Grau y su barco. Entre Huanillo y Punta de Lobos avista al blindado Blanco Encalada y a la corbeta Magallanes.
Pocos saben de este combate. Así arengó a su gente:
“No importa que sus fuerzas sean superiores, porque tenéis un corazón mucho más fuerte, pues se halla blindado por el ardiente fuego del patriotismo; y venceréis porque nuestra causa es santa y porque defendemos no solo la honra de nuestra querida patria, sino también de una república hermana y aliada, injusta y alevosamente ofendida por los mismo enemigos. Tripulantes del Huáscar, ¡viva el Perú!”.
Quien bendice haber nacido en Perú, es difícil no imaginarse ese momento y querer trasportarse al Huáscar para escuchar aquel discurso de Grau.
El Huáscar disparó primero. Pero solo podía hacerlo con un cañón por su posición. La ventaja táctica del buque peruano es que no tenía que girar para ponerse de lado y disparar como si tenían que hacer los chilenos. Pero esta ventaja quedaba disminuida porque cada salva de los chilenos era de seis cañonazos.
El Huáscar se ponía siempre en una posición de la que le era difícil al enemigo acertar. El otro barco no se animó a participar.
NO PARTICIPÓ
Julio Octavio Reyes sigue narrando los hechos como sucedieron y como fueron publicados en el diario que laboraba. Las acciones de Miguel Grau gracias a este libro deben ser tema obligatorio en las escuelas peruanas.
El 8 de octubre de 1879 por una cuestión de azar, así como muchas veces conseguimos primicias los periodistas, el destino quiso que no estuviera en el Huáscar y por ende en el combate de Punta Angamos. Quizás fue una suerte porque no perdió la vida en la lucha, pero me imagino que siendo un periodista de pura sangre lamentó mucho no estar al lado de Grau y tu hidalga tripulación.
Reyes señala que el Huáscar era más rápido que el Cochrane y el Blanco Encalada, pero al no hacerle el mantenimiento debido, perdió potencia. En el otro lado, todas las naves de guerra habían sido reparadas.
EL COMBATE DE ANGAMOS
La escuadra chilena estaba dividida en dos grupos de tres barcos. El Blanco Encalada, Covadonga y Matias Cousiño que los perseguía desde el sur. Y Cochrane, O’ Higgins y Loa que los esperaba en el norte para interceptarlos.
La lógica de Grau fue ir a buscar al Cochrane que era el buque más rápido y estaba alejado del resto de su compañía. Tuvo más de 20 minutos de combate hasta que llegaron el Blanco Encalada y la Covadonga.
El resto es historia conocida. Muerto Grau en la primeros minutos de la lucha tomó el mando Elías Aguirre que teniendo ya el buque herido de muerte ordenó embestir al Blanco Encalada.
Su acercamiento fue fatal para muchos de sus tripulantes. En un segundo intento también va rumbo al Cochrane. Los buques chilenos por esquivarlo casi chocan entre ellos. Lamentablemente no fue así.
Los mandos pasan de uno a otro oficial hasta que recae en el teniente primero Pedro Garezón quien ordena abrir las válvulas y hundir el barco para que no caiga en manos enemigas.
Sin embargo los chilenos tomaron el control del barco cuando tenía más de un metros de agua. En todo momento, la tripulación decidió pelear y no rendirse. Eso no debemos olvidar nunca.
El autor termina con el llanto de Reyes al ver en Lima al Huáscar con la bandera chilena durante el bloqueo de 1881. Debió ser un duro golpe que hasta hoy no podemos digerir.