El Huáscar Cautivo

Cada vez que Angamos vuelve a la memoria, la polémica en torno a Grau y las circunstancias que rodearon su sacrificio se debate entre las distintas versiones que vencedores y vencidos guardan del conflicto. Esta vez, un tratado científico preparado por la armada chilena en diciembre de 1996 intenta absurdamente mitigar el valor mostrado por los peruanos.

Si bien en líneas generales hay comunión con lo que allí se dice, en algunos puntos se falta a la verdad -y al sentido común- en beneficio de los vencedores.

John Rodríguez, Capitán de Corbeta y jefe del Archivo Histórico de la Marina comenta «Huáscar«, libro de 64 páginas consagrado al «Huáscar chileno», sirvió 22 años en la escuadra sureña como arma de combate, hasta ser dada de baja en 1901, encontrando algunas imprecisiones.

La más notoria se refiere a que el buque, decidida su suerte, arriara su pabellón. «Algo imposible«, sostiene Rodríguez, «de ser así, no se explicaría el que las válvulas hubieran estado abiertas y los maquinistas sido obligados a cerrarlas para evitar su hundimiento. Si se querían rendir, tal conducta  resultaba ilógica«.

 

De las 76 bombas perforantes «Palliser» disparadas por los blindados chilenos, 24 impactaron dañando seriamente al buque.

Más allá de esta mezquina imprecisión, hay desvaríos en el libro que pueden resultar risibles. Se habla del comandante de la Covadonga como de alguien que «logró destruir» al buque «Independencia«, cuando en realidad éste encalló; o que la flota peruana «carecía de profesionales por lo que se vio obligada a contratar extranjeros«, cuando el grueso de la oficialidad peruana tenía formación a bordo en alta mar.

Por lo demás, la descripción del buque, los gráficos de combate y el registro de daños corresponden a información de carácter internacional con la que ya se contaba. Nada nuevo, sólo la pretensión de disfrazar ciertos hechos en beneficio propio. «Lo que no puede negar este documento ni ningún otro es que el Huáscar vivió sus momentos de gloria y alcanzó merecida celebridad bajo el mando de Grau«, afirma el Capitán Rodríguez.

Los diagramas muestran los desplazamientos del Huáscar y los blindados chilenos la mañana del 8 de octubre de 1879. Allí se ven los intentos de la armada sureña por cazar al monitor peruano. Una apócrifa bandera blanca -típica de la versión chilena- pone fin a las acciones.

REPOSO EN TALCAHUANO

Un intenso y poco estimulante olor a harina de pescado da la bienvenida a Talcahuano. Ubicada a 531 kilómetros al sur de Santiago, la base naval que sirve de refugio al monitor es desde hace más de medio siglo la prefabricada sede de un buque de guerra que, visto de cerca, es y no es el Huáscar. Fondeado a 50 mts. del muelle, hoy es una suntuosa pieza, casi idéntica a cuando salió de sus astilleros ingleses en 1866 pero distante en su fisonomía de aquella que se batió en Angamos. Promocionado como reliquia histórica, museo naval o trofeo de guerra, el Huáscar difícilmente puede ser las tres cosas a la vez. Al ser capturada, la nave fue sometida a numerosas reparaciones para ser utilizada en el conflicto.

En 1882 le fueron cambiadas calderas y cañones y, en 1884, es nuevamente modificada. Hoy es un «trofeo» reformado de manera substancial, reutilizado por más de cinco décadas en la armada chilena y repintado con unos vivos colores de exposición que no consiguen plasmar en el visitante la atmósfera en la que Grau y otros valientes capitanes entregaron su vida. Del Caballero de los Mares sólo queda allí el merecido recuerdo, no la sensación presente. (Pedro Tenorio).

Fuente:

caretas.pe